miércoles, 1 de agosto de 2012

UNIDAD 2-LA CULTURA Y LO HUMANO


Antropología Cultural – Definición de cultura
DE LA ANTROPOLOGÍA BIOLÓGICA A LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL
La actividad cooperante y la aparición del lenguaje, desarrollados durante el proceso de hominización, condujeron a su vez a una mayor relación de dependencia entre los miembros del grupo que llevaría a la formación de la sociedad humana, hasta el punto en que lo social ha pasado a ser condición de posibilidad para el desarrollo del individuo humano.. El mundo humano es esencialmente social, es decir, el hombre no se puede desarrollar como tal si no es junto a otros hombres.
La evolución biológica, lleva a la vida social organizada por medio del lenguaje, lleva a la cultura. Con ella el hombre se va distanciando de todas las demás especies y las va sometiendo de tal modo que ya no evolucionará como ellas diferenciándose en nuevas especies en términos de selección natural de individuos, sino realizando una integración en grupos sociales cada vez más amplios, evolucionando en términos de sociedad humana. 
CULTURA
Ciertamente la cultura constituye en cada momento el tejido de la vida humana, pero sin olvidar que es algo recibido que se actualiza y se transmite, que no es algo instantáneo y ni siquiera único, sino que se constituye como una compleja corriente que va fluyendo por grandes rutas que son los diversos grupos humanos con modos de ser y vivir propios.
La cultura es el sistema integrado de patrones de conducta aprendidos que son característicos de los miembros de una sociedad.(Adamson Hoebel)
Toda sociedad diferenciada tiene una cultura distintiva. El efecto consiguiente es que las conductas de los miembros de una sociedad son en algunos aspectos significativamente diferentes de las conductas de los miembros de otras sociedades. La antropología ha demostrado que el comportamiento distintivo de diferentes sociedades es principalmente el producto de la experiencia cultural más que el resultado de una herencia genètica.
ORIGEN DEL TÉRMINO
El uso de la palabra CULTURA fue variando a lo largo de los siglos. En el Latín hablado en Roma significaba inicialmente "cultivo de la tierra", y luego, por extensión metafóricamente, "cultivo de las especies Humanas". Alternaba con civilización, que también deriva del latín y se usaba como opuesto a salvajismo, barbarie o al menos rusticidad. Civilizado era el hombre educado.

TEXTO PARA COMENTAR

"Para nosotros ya no hay nada que sea puramente natural, y la misma idea de naturaleza expresa una necesidad de nuestra cultura. El hombre es, pues, tanto más totalmente cultural cuanto que es totalmente natural.” Edgar Morin.


La verdadera historia del niño salvaje de L’Aveyron (Tomado de Network-Press.org y de otros)
El 18 de Enero de 1800, un niño desnudo, con la cara y las manos llenas de cicatrices, apareció en las afueras de Saint-Sernin en la escasamente poblada provincia de Aveyron en la parte sur central de Francia. El chico, que sólo medía 4 pies y medio de estatura (1.35 mts. aprox.) pero aparentaba tener 12 años, había sido visto varias veces durante los dos años y medio anteriores, trepando los árboles, corriendo en cuatro pies, bebiendo en los arroyos y buscando afanosamente bellotas y raíces. Había sido capturado dos veces, pero había escapado. Entonces, en el inusualmente frío invierno de 1799-1800, comenzó a aparecer en las granjas en busca de alimento.
Cuando el muchacho de ojos oscuros llegó a Saint-Sernin, no habló ni respondió para hacerse entender, pero reaccionaba de inmediato ante el sonido de las ramas al quebrarse o ante el ladrido de los perros. Rechazaba los alimentos cocidos, prefería las patatas crudas que lanzaba al fuego y recuperaba rápidamente con sus manos desnudas, devorándolas cuando todavía quemaban. Como un animal acostumbrado a vivir en la selva, el chico parecía insensible al frío y al calor extremos, y rasgaba la ropa que la gente trataba de ponerle. Parecía evidente que había perdido a sus padres desde muy pequeño o lo habían abandonado, pero de esto hacía tanto tiempo que era imposible saberlo. Durante un tiempo, el muchacho apareció como un fenómeno intelectual y social, cuando una nueva perspectiva científica estaba comenzando a remplazar la especulación mística.
Los filósofos debatían sobre cuestiones como la naturaleza esencial de los seres humanos, preguntas que durante los dos siglos siguientes se convirtieron en fundamento del estudio del desarrollo del niño. ¿Son innatas o adquiridas las cualidades, el comportamiento y las ideas que definen a los seres humanos? ¿Cuál es el efecto del contacto social durante los años de formación, y se puede superar su carencia? Un estudio cuidadosamente documentado de un niño que había crecido en aislamiento podría proporcionar evidencia del impacto relativo de la «naturaleza» (las características innatas de un niño) y la «crianza» (educación familiar, escolar y otros factores de influencia social).
Después de la observación inicial, el muchacho, a quien se le llamo Víctor, fue enviado a una escuela para niños sordomudos en París. Allí, quedó a cargo de Jean-Marc-Gaspard Itard, un médico de 26 años, interesado en la naciente ciencia de la «medicina mental» o psiquiatría. El muchacho era, escribió Itard, «un niño desagradablemente sucio... que mordía y rasguñaba a quienes se le acercaban, que no demostraba ningún afecto por quienes lo cuidaban, y quien era, en síntesis, indiferente a todo lo atento a nada» (Lane, 1976, p. 4)
Algunos observadores concluyeron que era un «idiota», incapaz de aprender. Empero, Itard creyó que el desarrollo de Víctor se había limitado por el aislamiento y que tan sólo necesitaba que se le enseñaran las destrezas que los niños en la sociedad civilizada normalmente adquirían a través de la vida diaria. Itard llevó a Víctor a su casa y durante los siguientes cinco años, gradualmente lo «domesticó». Itard despertó primero la habilidad de su propio pupilo para discriminar la experiencia a través de un entrenamiento esmerado y paulatino a las respuestas emocionales así como a la instrucción en moral, comportamiento social, lenguaje y pensamiento.
Los métodos que Itard utilizó, con base a los principios de imitación, condicionamiento y modificación del comportamiento, los cuales lo posicionaron a la vanguardia de su época y lo llevaron a inventar muchos mecanismos de enseñanza que aún se utilizan. De hecho, Itard depuró las técnicas que había usado con Víctor, convirtiéndose en un pionero de la educación especial. El chico logró un progreso notorio: aprendió los nombres de muchos objetos y pudo leer y escribir frases simples, expresar deseos, seguir órdenes e intercambiar ideas. Demostró afecto, especialmente hacia el ama de casa de Itard, la señora Guérin, al igual que emociones de orgullo, vergüenza, remordimiento y deseo de complacer
Sin embargo, aparte de algunos sonidos vocálicos y consonánticos, nunca aprendió a hablar, Además, se mantenía totalmente centrado en sus necesidades y deseos y, como lo admitió Itard en su informe final, nunca pareció perder su vivo anhelo “por la libertad del campo abierto y su indiferencia a la mayoría de los placeres de la vida social” (Lane, 1976, p.160).  Las atenciones y cuidados que se le dispensaron a partir de entonces mejoraron su estado físico y su sociabilidad, pero los progresos fueron muy escasos, una vez superada la fase inicial. Por esta época se presentó la pubertad sexual del muchacho, lo que creó problemas adicionales a su educador. Las esperanzas de Itard de enseñarle a hablar y a comportarse de manera civilizada resultaron frustradas y en el segundo informe Itard se daba por vencido y manifestaba su preocupación por el futuro del desgraciado joven.
Cuando el estudio concluyó, Víctor  - que ya no fue capaz de valerse por sí mismo, como lo había hecho en la selva – se fue a vivir con la señora Guérin que, además de otros profesores asignados para continuar su educación,  recibía una remuneración del Ministerio del Interior por cuidarlo, cerca de veinte años más, hasta su muerte en 1828 cuando tenía alrededor de 40 años. Un informe elaborado por alguien que vio a Víctor hacia 1815 no reseñaba ninguna mejora de su situación.
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PELÍCULA

La películaEl Pequeño Salvaje. L’enfant sauvage
Francia. 1960. 85 min. B/N.
Director: François Truffaut.
Fotografía: Néstor Almendros
Intérpretes:Jean-Pierre Cargol (Víctor), François Truffaut (Jean Itard), Françoise Seigner (señota Guerin), Paul Villé (Remy), Jean Dasté (Professor Pinel)
Sinopsis: Basada en un hecho real relata la historia de un niño salvaje capturado en los bosques franceses y recluido en un instituto de investigación. De vivir como un animal libre pasa a convertirse en un ser rechazado, maltratado y visto como un fenómeno inhumano. Sólo el doctor Itard hará todo lo posible para hacer de él un ser civilizado llevándolo a su propia casa. Transcurrido un tiempo, el niño se encontrará perdido entre su deseo por recuperar su vida salvaje y su nueva etapa junto a su protector.

Quién era Jean Itard
Jean Marc Gaspard Itard nació en 1774 en Oraison, .Habiendo trabado conocimiento con el padre Sicard, director del Instituto imperial de sordomudos, Itard tuvo muy pronto consulta en el instituto, del que pasó a ser jefe médico en 1800. Fue éste el primer contacto de Itard con niños cuya educación requiere medidas especiales. Itard descubrió que estos niños sordomudos eran confinados en una especie de vida vegetativa y se interesó particularmente por el tema. Como discípulo del filosofo Helvétius, a partir de libro «De l'homme», Itard pensaba que la educación lo podía todo.
Se apasionó por el problema pedagógico que plantea la educación y la enseñanza de sordomudos. Un acontecimiento imprevisto iba a hacer de él el primer educador de niños inadaptados, en la acepción más amplia de la palabra. Fue la llegada a París del niño salvaje de L’Aveyron, de once años de edad. Varias veces avistado, varias veces capturado, penetró un día de invierno en una casa habitada, en donde fue detenido para ser luego transportado al hospicio de Rodez. Pero Víctor siguió siendo un salvaje, cerrado a toda solicitación, y muy pronto la curiosidad pública dejó de fijarse en él. La ciencia le abandonó a su vez cuando Pinel, el maestro de Jean Itard afirmó que el niño salvaje debía ser internado en el hospicio de Bicêtre, junto a los aquejados de idiotismo.
Itard no compartió esta opinión desfavorable, afirmando que no era posible determinar el grado de inteligencia y la naturaleza de las ideas de un adolescente que, privado desde su infancia de toda educación, había vivido completamente separado de los individuos de su especie.
Víctor no ingresó en Vicêtre. Convencidos por Itard, quien decidió espontáneamente consagrarse a su educación, admitieron a Víctor en el Instituto de sordomudos de París. Víctor pasó varios años de su vida cuidado y educado por Itard.
Itard creía profundamente que Víctor se iba a convertir en un ser humano como otro cualquiera. Creía profundamente en la posibilidad de educar a Víctor, poseía una actitud total de confianza de la educación de otras personas a pesar de cualquier cosa. A los que dicen que un niño salvaje es un ser débil, les digo: «es posible hacer cualquier cosa», es el camino de una actitud esencial en cualquier educador, no resignarse a aceptar la fatalidad y decir que siempre hay algo por hacer por alguien.


Texto 12- Antropología Cultural –Qué es y para qué sirve- 
Textos de “Antropología y experiencia humana” Adamson Hoebel. Thomas Weaver. Mc Graw Hill. 1985
¿QUÉ ES LA ANTROPOLOGÍA?
La antropología es el estudio de la humanidad en todos los lugares y en todas las épocas….
La antropología  despierta una imagen diferente en la mente de cada persona que la contempla. Lo más normal es identificar al antropólogo con alguien que trabaja con huesos y piedras. La excavación de los restos arquitectónicos y esqueléticos que representan a antiguas culturas es realizada habitualmente por personas llamas arqueólogos. Por ello, es muy frecuente confundir la antropología con la arqueología, que no es más que uno de sus subcampos y no presenta el grado de interés y temas de la totalidad del campo.
No obstante, la arqueología es una materia apasionante y ciertamente una de las que inflama más rápidamente la imaginación pública. ¿Quién no se maravilla ante las excavaciones de las tumbas situadas bajo las pirámides de Egipto y ante las medidas adoptadas por los faraones para esconder sus riquezas? ¿Quién no ha soñado nunca en la aventura de cavar en busca de tesoros desconocidos en tierras lejanas? Mucha gente está enterada de la existencia de la piedra Roseta, que permitió a los egiptólogos interpretar las lenguas de los antiguos egipcios, o de la aventura de Schliemann, comerciante retirado que empleo las historias de La Ilíada y La Odisea para descubrir la antigua ciudad de Troya.
La arqueología comparte con otros subcampos de la antropología la aventura, el sentido del descubrimiento y el intento de ir más allá de lo ordinario, de profundizar en la historia, de comprender lo extraordinario en lo común y lo común en lo extraordinario.
La antropología es, pues, un tipo de turismo intelectual por cuanto permite al hombre observar las costumbres de otros y encontrarlas algunas veces parecidas a las propias y otras veces muy distintas. Ofrece una huida ante lo ordinario, lo familiar y lo común. Podemos viajar cómodamente leyendo las narraciones de los viajeros y antropólogos  y dejando que los curiosos nombres de los lugares visitados resuenen en nuestros oídos hasta que nos sean familiares. La antropología nos proporciona información para ilustrar a los amigos, entretenerlos, sorprenderlos y dejarlos con la boca abierta ante las maravillosas costumbres del mundo.
¿Algún pueblo va desnudo todo el tiempo? ¿El sexo está permitido antes del matrimonio en algunos lugares?  ¿Comen saltamontes y serpientes algunos pueblos? ¿Son capaces otros pueblos de ejecutar actos físicos o mentales que nosotros no podemos realizar? ¿Permiten o fomentan algunas sociedades el poseer muchas esposas?
Las respuestas a estas preguntas son a veces el producto secundario de las investigaciones de campo de los antropólogos.
La antropología se ocupa también de las cuestiones que cada generación se formula acerca de su propia identidad: “¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Quién seré?”
¿Están emparentados conmigo todos estos hombres de otros lugares? ¿Cómo me afecta lo que ellos hacen? ¿Son ventajosos para mi sus actos o costumbres? ¿Es un grupo mas ingenioso que otro? ¿Existe algún pueblo que esté mas cerca que yo de nuestros antepasados primates? ¿Por qué hablan los pueblos diferentes lenguajes? ¿Realmente los indios americanos recorrieron todo el camino desde Asia hasta el extremo de Sudamérica? ¿Por qué?
¿Son las personas realmente monos desnudos como sugirió un destacado zoólogo? ¿Qué las diferencia del resto del mundo animal? ¿El empleo de las herramientas? ¿El desarrollo del lenguaje? ¿Su inclinación hacia la religión? ¿O su curiosidad acerca de ellas mismas?
¿Es necesaria la familia? ¿Existen modos mejores, es decir más felices, de educar a los niños contemporáneos que la familia nuclear? ¿Existe un modo mejor de utilizar nuestro medio ambiente y los recursos naturales? ¿Es sabio promover una agricultura más eficaz, una mejor salud, una sanidad, una tecnología avanzada, una planificación familiar y una educación más elevada allí donde nunca han existido?
¿Existe algún instinto agresivo básico, un imperativo territorial u otro factor profundamente arraigado que haga totalmente imposible el logro de una sociedad pacífica? ¿Es la violencia un fenómeno general? ¿Es inevitable la guerra? ¿Existen algunos preceptos o valores procedentes de los millones de años de experiencia humana que el hombre deba llevar con el al colonizar nuevos mundos en el espacio?
Los antropólogos han aprendido algo acerca del aspecto de los humanos más primitivos e incluso sobre sus creaciones. ¿Verá el futuro cambios radicales en el físico humano? ¿En la capacidad del cerebro? ¿O el hombre está ahora biológicamente completo, por haber llegado ya tan lejos como le es posible desde el punto de vista evolutivo?
Los antropólogos han concedido a estas y otras cuestiones similares tanta importancia que se han pasado más de cien años soportando condiciones difíciles par a encontrarles una respuesta. La antropología ayuda a explorar lo límites de la experiencia humana.
Una mejor comprensión de nosotros mismos puede acrecentar nuestras capacidades fundamentales para dirigir nuestro futuro con mejores conocimientos. De este modo, la antropología, como cualquier otro estudio razonado, no tan sólo satisface el intelecto humano sino que también puede servir a finalidades más amplias. Al conocer las experiencias humanas anteriores podemos comprender más eficazmente nuestros problemas y como hacerles frente.
Además, al hablar y escribir sobre otros lugares y épocas, los antropólogos levantan un espejo para que los pueblos vean el relfejo de si ismos en todas sus diversidades, para que se vean a si mismos en los otros, para que vean que aquellas cosas que parecen distintas en los otros contextos son en realidad parecidas a las que suceden en sus propias vidas. En este sentido, la antropología ofrece una visión desmitificadora de uno mismo como ente cultural. No es suficiente aprender como actuar en la cultura y sociedad propias, como manipulas los símbolos del propio destino. También se debe situar la tradición en una perspectiva histórica y en el contexto de las posibles actividades y valores de toda la humanidad. La antropología adquiere esta perspectiva histórica y universal a través del analisis intercultural.
Texto 13- Desde la Antropología Cultural planteamos el problema de lo innato y lo adquirido. El hombre: naturaleza y cultura.
Textos de “Antropología y experiencia humana” Adamson Hoebel. Thomas Weaver. Mc Graw Hill. 1985

DEFINICIÓN DE CULTURA
La palabra cultura es empleada de dos maneras distintas por los antropólogos. Un grupo de ellos puede recibir el nombre de materialistas, pues consideran la cultura como el comportamiento observado y los objetos materiales que ayudan a un pueblo a adaptarse a un ambiente social, político o físico particular. El segundo grupo es el de los mentalistas pues consideran la cultura como una abstracción, como una serie de normas o reglas para el comportamiento y para la fabricación de objetos materiales. .. consideraremos que ambos grupos están en lo cierto y que se diferencian al hacer referencia a diferentes partes del sistema social.
Las cosas que distinguen a un grupo de personas de otro son bien patentes –diferencias en el vestir, en la vivienda, en el lenguaje, en el comportamiento-. El lápiz que sostengo con mi mano es un atributo cultural de mi sociedad. Este libro es un atributo cultural de la sociedad del lector. Si nos sentimos reacios a incluir estas cosas materiales entre lo que los materialistas denominan “cultura”, entonces deberemos inventar otra palabra. Pero no es suficiente afirmar que los lápices y los libros son rasgos característicos de un grupo y que el punzón y el pergamino lo son de otro.
Debemos considerar que uno de los aspectos principales de la cultura es el conjunto de leyes o normas existente en las mentes de las personas y que indican a éstas cómo deben comportarse y valorar y como deben fabricar un hacha de piedra o un rascacielos, y gracias a las cuales saben quién es mejor que otro, quién hace qué, cómo amar, a quién amar y todos los demás conocimientos relativos a la actuación adecuada y eficaz dentro de una sociedad determinada.
La cultura se adquiere de las otras personas de la misma sociedad. La gente recibe no sólo ideas y reglas sobre la cultura, sino también casas, hachas, dinero, posición social, el telar de la abuela, la granja del padre, el arco favorito del hermano mayor, y la habilidad necesaria para fabricar y utilizar todas estas cosas.
Así la cultura es el sistema integrado de los patrones aprendidos de comportamiento que son compartidos por los miembros de una sociedad. También incluye unos objetos materiales bien definidos además de un comportamiento definido y ambas cosas, los bienes materiales y el comportamiento, están asociadas a un conjunto de reglas o normas que indican a los individuos como hacer estas cosas, y como y cuando utilizarlas.

LA CAPACIDAD DE CREACION CULTURAL
La cultura es la característica más importante de la humanidad. Desde el punto de vista material abarca desde las herramientas de piedra más toscas empleadas por las criaturas con aspecto de hombres más primitivas conocidas hasta el cohete interplanetario lanzado al espacio para explorar el planeta Marte. Cada paso gradual y cada cambio añadidos por los diferentes pueblos a lo largo de tres o más millones de años son parte de este gran logro. La cultura es el invento más largo de la humanidad, en el sentido que ha sido un fenómeno acumulativo.
¿Cómo adquirió el animal humano la capacidad de crear cultura? El proceso ha sido la respuesta prolongada e incesante a las situaciones ambientales en las que los procesos biológicos de la selección natural, que ha actuado sobre la variación genética de los organismos vivos, han dado lugar a la evolución biológica. Hace dos millones de años, o quizás mas, los seres humanos se diferenciaron suficientemente de los otros animales como para representar una nueva forma de vida. Un rasgo de esta diferenciación fue la elaboración del sistema nervioso, especialmente del cerebro, de tal forma que les fue posible no sólo ver, oler y actuar, sino también representar simbólicamente un amplio espectro de experiencias. Los seres humanos adquirieron la capacidad de pensar, de hablar y de recordar. Aprendieron a comunicar la experiencia por medio de aquellas representaciones simbólicas que denominamos pensamientos y que se expresan en gestos, palabras, danzas y arte. El pensamiento inició un proceso de auto organización , con lo que la gente pudo ver el universo no solo en termino de estímulos inmediatos sino también en términos de lo que se recordaba, no sólo a través de la costumbre condicionada sino también a través de las representaciones orales de la experiencia pasada. Los seres humanos adquirieron la capacidad de proyectar la experiencia pasada y de imaginar lo que un no había sucedido y que quizás no sucedería nunca.

NATURALEZA NO INSTINTIVA DE LA CULTURA
Hemos definido la cultura como el sistema integrado de patrones aprendidos de comportamientos compartido por los miembros de una sociedad y no como el resultado de la herencia biológica.
La esencia del concepto de cultura excluye a los instintos, los reflejos innatos y otras formas de comportamiento biológicamente predeterminadas. La cultura es, pues, un comportamiento adquirido.
De todos modos, debemos rechazar la idea de que los seres humanos son completamente distintos de los animales, y de que todo el comportamiento no humano está codificado genéticamente mientras que todo el comportamiento humano es aprendido. Las actividades de los recién nacidos, tales como mamar, tragar, orinar y llorar son en gran parte actos reflejos o precodificados. Y también lo son muchas reacciones del adulto, como por ejemplo la contracción y la dilatación de la pupila. Dobzhansky nos advierte: “En los animales superiores, y especialmente en el hombre, el comportamiento instintivo está entretejido con el comportamiento aprendido, encubierto por él y actúa simplemente como telón de fondo de este último. Sin embargo, sería absurdo no dar importancia a este telón de fondo”.
Además, casi todas las especies animales son capaces de aprender de su entorno social y físico. El problema principal estriba en la manera de diferencias los comportamientos aprendidos de los que son innatos. Durante un cierto tiempo se creyó, por ejemplo, que las aves podían reproducir sus llamadas sin entrar en contacto con otros miembros de su especie; es decir, se creía que el canto de las aves era instintivo. Sin embargo, en algunas especies de aves, el macho no puede producir su canto de apareamiento a menos que haya pasado por una situación de aprendizaje junto a un pájaro macho adulto en una cierta etapa de su vida.
…Muchos animales, además del hombre, tienen una vida social organizada. La sociedad de las hormigas muestra una división bien delimitada del trabajo entre las obreras, los soldados, los machos, las hembras y la reina. La organización de la colonia, con sus zonas de habitación y sus celdillas de almacenamiento de los huevos, ofrece la imagen de una sociedad bien ordenada. Las hormigas mantienen entre sí un conjunto integrado de relaciones. Estas relaciones están predeterminadas en la organización genética de las hormigas. Según lo que sabemos, casi nada o nada de su comportamiento es aprendido de las hormigas adultas. Si los huevos se abren sin la presencia de ningún adulto, se origina un grupo de hormigas nuevas, que, al llegar a la madurez, reproducen aparentemente todos los aspectos de la vida social que ha caracterizado a su especie durante incontables generaciones.
El comportamiento de otros insectos es también altamente social e implica una comunicación de información dentro de la sociedad.
…Además del ser humano, algunos animales sociales muestran también comportamientos aprendidos. Los monos, tanto inferiores como antropomorfos, son capaces de solucionar ciertos problemas que les plantean los experimentadores. Los chimpancés muestran un grado considerable de inteligencia e inventiva. Y lo que es más, pueden aprender uno de otro por medio de la imitación.
… La edificación incipiente de la cultura existe sin lugar a dudas en la esfera de los primates no humanos. Sin embargo, es evidente que estos animales carecen de la capacidad de expresar simbólicamente la experiencia o de recordar el comportamiento aprendido durante un tiempo suficientemente largo para continuar transmitiéndolo pasado un cierto período de tiempo.
SIMBOLISMO Y CULTURA
Muchos de los patrones de comportamiento que estructuran una cultura pueden ser aprendidos directamente, sin intervención de ningún contenido simbólico. Esto puede ser estudiado en el niño sordo que domina una serie de habilidades manuales simples sin el uso del lenguaje y sin las formas usuales de asimilar muchas ideas complejas que los otros niños adquieren a una edad temprana. Sin una cuidadosa educación reparadora, los niños congénitamente sordos rara vez manifiestan pensamientos, creencias, o actitudes ni adquieren la habilidad para razonar, salvo al nivel más tosco. Conocerán sólo una parte reducida de la música de su grupo, de sus leyendas y cuentos, de su astrología y de su magia. No poseerán mas que una comprensión elemental de los sistemas de parentesco, las leyes, la política y las reglas de la herencia y el comercio. Pueden aprender a pintar gracias a la imitación, pero sabrán muy poco acerca del significado de los dibujos. Todas estas manifestaciones de la cultura, y muchas oras, quedarán fuera de su alcance, pues su enfermedad les niega el atributo verdaderamente definitivo de los seres humanos: el lenguaje.
La clave para comprender la naturaleza del lenguaje, este producto cultural sin el que la cultura queda limitada, es entender que el lenguaje es el medio esencial para la simbolización. Un sonido pueded no ser mas que un ruido, una perturbación del aire. Un sonido puede ser tambien una señal que provoca una respuesta, como por ej el silbido que llama a un perro. En un nivel superior un sonido puede ser un simbolo que es una señal o sun signo que representa algo. Tiene significado. Los lenguajes son sistemas arbitrarios de simbolismo vocal, a los que las ulturas literarias han añadido tambien símbolos visuales: la escritura. La mitología y la religión, con su drama ritual, existen como sistemas elaborados de símbolos que dan carácter y sostienen al sistema cultural de un pueblo.
Texto 14- El hombre y la cultura. Una visión desde el Psicoanálisis

SELECCIÓN DE TEXTOS DE SIGMUND FREUD
Sobre el inconsciente 
          Desde muy diversos sectores se nos ha discutido el derecho de aceptar la existencia de un psiquismo inconsciente y de laborar científicamente con esta hipótesis. Contra esta opinión podemos argüir, que la hipótesis de la existencia de lo inconsciente es necesaria y legítima, y además, que poseemos múltiples pruebas de su exactitud. Es necesaria, porque los datos de la conciencia son altamente incompletos. Tanto en los sanos como en los enfermos, surgen con frecuencia, actos psíquicos, cuya explicación presupone otros de los que la conciencia no nos ofrece testimonio alguno. Actos de este género son, no sólo los fallos y los sueños de los individuos sanos, sino también todos aquellos que calificamos de síntomas y de fenómenos obsesivos en los enfermos.

Sobre el ello, el yo y el superyo

El poderío del ello expresa el verdadero propósito vital del organismo individual: satisfacer sus necesidades innatas.   ….
Bajo la influencia del mundo exterior real que nos rodea, una parte del ello ha experimentado una transformación particular. De lo que era originalmente una capa cortical dotada de órganos receptores de estímulos y de dispositivos para la protección contra las estimulaciones excesivas, desarrollóse paulatinamente una organización especial que desde entonces oficia de mediadora entre el ello y el mundo exterior. A este sector de nuestra vida psíquica le damos el nombre de yo. …
En virtud de la relación preestablecida entre la percepción sensorial y la actividad muscular, el yo gobierna la motilidad voluntaria. Su tarea consiste en la autoconservación, y la realiza en doble sentido. Frente al mundo exterior se percata de los estímulos, acumula (en la memoria) experiencias sobre los mismos, elude (por la fuga) los que son demasiado intensos, enfrenta (por adaptación) los estímulos moderados y, por fin, aprende a modificar el mundo exterior, adecuándolo a su propia conveniencia (a través de la actividad). Hacia el interior, frente al ello, conquista el dominio sobre las exigencias de los instintos, decide si han de tener acceso a la satisfacción aplazándola hasta las oportunidades y circunstancias más favorables del mundo exterior, o bien suprimiendo totalmente las excitaciones instintivas. . El yo persigue el placer y trata de evitar el displacer. Responde con una señal de angustia a todo aumento esperado y previsto del displacer, calificándose de peligro el motivo de dicho aumento, ya amenace desde el exterior o desde el interior. Periódicamente el yo abandona su conexión con el mundo exterior y se retrae al estado del dormir, modificando profundamente su organización. De este estado de reposo se desprende que dicha organización consiste en una distribución particular de la energía psíquica.

            Como sedimento del largo período infantil durante el cual el ser humano en formación vive en dependencia de sus padres, fórmase en el yo una instancia especial que perpetúa esa influencia parental y a la que se ha dado el nombre de super-yo. En la medida en que se diferencia el yo o se le opone, este super-yo constituye una tercera potencia que el yo ha de tomar en cuenta.

Sobre la función sexual
            Es comprensible que el psicoanálisis despertara asombro y antagonismo cuando, fundándose parcialmente en esos tres hechos desatendidos, contradijo todas las concepciones populares sobre la sexualidad y arribó a las siguientes comprobaciones fundamentales:
            a) La vida sexual no comienza sólo en la pubertad, sino que se inicia con evidentes manifestaciones poco después del nacimiento.
            b) Es necesario establecer una neta distinción entre los conceptos de lo «sexual» y lo «genital». El primero es un concepto más amplio y comprende muchas actividades que no guardan relación alguna con los órganos genitales.

            c) La vida sexual abarca la función de obtener placer en zonas del cuerpo, una función que ulteriormente es puesta al servicio de la procreación, pero a menudo las dos funciones no llegan a coincidir íntegramente.
Sobre la teoría de los instintos
Tras largas dudas y vacilaciones nos hemos decidido a aceptar sólo dos instintos básicos: el Eros y el instinto de destrucción. (La antítesis entre los instintos de autoconservación y de conservación de la especie, así como aquella otra entre el amor yoico y el amor objetal, caen todavía dentro de los límites del Eros.) El primero de dichos instintos básicos persigue el fin de establecer y conservar unidades cada vez mayores, es decir, a la unión; el instinto de destrucción, por el contrario, busca la disolución de las conexiones, destruyendo así las cosas. En lo que a éste se refiere, podemos aceptar que su fin último es el de reducir lo viviente al estado inorgánico, de modo que también lo denominamos instinto de muerte.

Sobre la interpretación de los sueños
Poco nos revelará la investigación de los estados normales y estables, en los cuales los límites del yo frente al ello, asegurados por resistencias (anticatexis), se han mantenido firmes; en los cuales el super-yo no se diferencia del yo porque ambos trabajan en armonía. Sólo pueden sernos útiles los estados de conflicto y rebelión cuando el contenido del ello inconsciente tiene perspectivas de irrumpir al yo y a la consciencia, y cuando el yo, a su vez, vuelve a defenderse contra esa irrupción. Sólo en estas circunstancias podemos realizar observaciones que corroboren o rectifiquen lo que hemos dicho con respecto a ambos partícipes del mecanismo psíquico. Mas semejante estado es precisamente el reposo nocturno, el dormir, y por eso la actividad psíquica durante el dormir, actividad que vivenciamos como sueños, constituye nuestro más favorable objeto de estudio. 
Como todo el mundo sabe, el sueño puede ser confuso, incomprensible y aun absurdo; sus contenidos pueden contradecir todas nuestras nociones de la realidad, y en él nos conducimos como dementes, al adjudicar, mientras soñamos, realidad objetiva a los contenidos del sueño.
            Nos abrimos camino a la comprensión («interpretación») del sueño aceptando que cuanto recordamos como tal, después de haber despertado, no es el verdadero proceso onírico, sino sólo una fachada tras la cual se oculta éste. He aquí la diferenciación que hacemos entre un contenido onírico manifiesto y las ideas latentes del sueño. Al proceso que convierte éstas en aquél lo llamamos elaboración onírica. El estudio de la elaboración onírica nos suministra un excelente ejemplo de cómo el material inconsciente del ello (tanto el originalmente inconsciente como el reprimido) se impone al yo, se torna preconsciente y, bajo el rechazo del yo, sufre aquellas transformaciones que conocemos como deformación onírica.
Lo más conveniente será que comencemos señalando la existencia de dos clases de motivos para la formación onírica. O bien un impulso instintivo (un deseo inconsciente), por lo general reprimido, adquiere durante el reposo la fuerza necesaria para imponerse en el yo, o bien un deseo insatisfecho subsistente en la vida diurna, un tren de ideas preconsciente, con todos los impulsos conflictuales que le pertenecen, ha sido reforzado durante el reposo por un elemento inconsciente. Hay, pues, sueños que proceden del ello y sueños que proceden del yo. Para ambos rige el mismo mecanismo de formación onírica, y también la imprescindible precondición dinámica es una y la misma.
Fuentes: Lo inconsciente y  Compendio de Psicoanálisis de S. Freud
Las tres humillaciones del narcisismo humano

Después de esta introducción indicaremos que el narcisismo general, el amor propio de la Humanidad, ha sufrido hasta ahora tres graves ofensas por parte de la investigación científica:
            a) El hombre creía al principio, en la época inicial de su investigación, que la Tierra, su sede, se encontraba en reposo en el centro del Universo, en tanto que el Sol, la Luna y los planetas giraban circularmente en derredor de ella. Seguía así ingenuamente la impresión de sus percepciones sensoriales, pues no advertía ni advierte movimiento alguno de la Tierra, y dondequiera que su vista puede extenderse libremente, se encuentra siempre en el centro de un círculo, que encierra el mundo exterior. La situación central de la Tierra le era garantía de su función predominante en el Universo, y le parecía muy de acuerdo con su tendencia a sentirse dueño y señor del Mundo.
            La destrucción de esta ilusión narcisista se enlaza, para nosotros, al nombre y a los trabajos de Nicolás Copérnico en el siglo xvi. Mucho antes que él, ya los pitagóricos habían puesto en duda la situación preferente de la Tierra, y Aristarco de Samos había afirmado, en el siglo iii a. de J. C., que la Tierra era mucho más pequeña que el Sol, y se movía en derredor del mismo. Así pues, también el gran descubrimiento de Copérnico había sido hecho antes de él. Pero cuando fue ya generalmente reconocido, el amor propio humano sufrió su primera ofensa: la ofensa cosmológica.
            En el curso de su evolución cultural, el hombre se consideró como soberano de todos los seres que poblaban la Tierra. Y no contento con tal soberanía, comenzó a abrir un abismo entre él y ellos. Les negó la razón, y se atribuyó un alma inmortal y un origen divino, que le permitió romper todo lazo de comunidad con el mundo animal. Es singular que esta exaltación permanezca aún ajena al niño pequeño, como al primitivo y al hombre primordial. Es el resultado de una presuntuosa evolución posterior. En el estadio del totemismo, el primitivo no encontraba depresivo hacer descender su estirpe de un antepasado animal. El mito, que integra los residuos de aquella antigua manera de pensar, hace adoptar a los dioses figura de animales, y el arte primitivo crea dioses con cabeza de animal. El niño no siente diferencia alguna entre su propio ser y el del animal; acepta sin asombro que los animales de las fábulas piensen y hablen, y desplaza un afecto de angustia, que le es inspirado por su padre, sobre un determinado animal --perro o caballo -, sin tender con ello a rebajar a aquél. Sólo más tarde llega a sentirse tan distinto de los animales, que le es ya dado servirse de sus nombres como de un calificativo insultante para otras personas.
            Todos sabemos que las investigaciones de Darwin y las de sus precursores y colaboradores pusieron fin, hace poco más de medio siglo, a esta exaltación del hombre. El hombre no es nada distinto del animal ni algo mejor que él; procede de la escala zoológica y está próximamente emparentado a unas especies, y más lejanamente, a otras. Sus adquisiciones posteriores no han logrado borrar los testimonios de su equiparación, dados tanto en su constitución física como en sus disposiciones anímicas. Esta es la segunda ofensa —la ofensa biológica— inferida al narcisismo humano.
            c) Pero la ofensa más sensible es la tercera, de naturaleza psicológica.
            El hombre, aunque exteriormente humillado, se siente soberano en su propia alma. En algún lugar del nódulo de su yo se ha creado un órgano inspector, que vigila sus impulsos y sus actos, inhibiéndolos y retrayéndolos implacablemente cuando no coinciden con sus aspiraciones. Su percepción interna, su conciencia, da cuenta al yo en todos los sucesos de importancia que se desarrollan en el mecanismo anímico, y la voluntad dirigida por estas informaciones ejecuta lo que el yo ordena y modifica aquello que quisiera cumplirse independientemente. Pues esta alma no es algo simple, sino más bien una jerarquía de instancias, una confusión de impulsos, que tienden, independientemente unos de otros, a su cumplimiento correlativamente a la multiplicidad de los instintos y de las relaciones con el mundo exterior. Para la función es preciso que la instancia superior reciba noticia de cuanto se prepara, y que su voluntad pueda llegar a todas partes y ejercer por doquiera su influjo. Pero el yo se siente seguro, tanto de la amplitud y de la fidelidad de las noticias como de la transmisión de sus mandatos.
            En ciertas enfermedades, y desde luego en las neurosis por nosotros estudiadas, sucede otra cosa. El yo se siente a disgusto, pues tropieza con limitaciones de su poder dentro de su propia casa, dentro del alma misma. Surgen de pronto pensamientos, de los que no se sabe de dónde vienen, sin que tampoco sea posible rechazarlos. Tales huéspedes indeseables parecen incluso ser más poderosos que los sometidos al yo; resisten a todos los medios coercitivos de la voluntad, y permanecen impertérritos ante la contradicción lógica y ante el testimonio, contrario a la realidad. O surgen impulsos, que son como los de un extraño, de suerte que el yo los niega, pero no obstante ha de temerlos y tomar medidas precautorias contra ellos. El yo se dice que aquello es una enfermedad, una invasión extranjera, e intensifica su vigilancia; pero no puede comprender por qué se siente tan singularmente paralizado.
            La Psiquiatría niega, desde luego, en estos casos que se hayan introducido en la vida anímica extraños espíritus perversos; pero, aparte de ello, no hace más que encogerse de hombros y hablar de degeneración, disposición hereditaria e inferioridad constitucional. El psicoanálisis procura esclarecer estos inquietantes casos patológicos, emprende largas y minuciosas investigaciones y puede, por fin, decir al yo: «No se ha introducido en ti nada extraño; una parte de tu propia vida anímica se ha sustraído a tu conocimiento y a la soberanía de tu voluntad. Por eso es tan débil tu defensa; combates con una parte de su fuerza contra la otra parte, y no puedes reunir, como lo harías contra un enemigo exterior, toda tu energía. Y ni siquiera es la parte peor, o la menos importante, de tus fuerzas anímicas la que así se te ha puesto enfrente y se ha hecho independiente de ti. Pero es toda la culpa tuya. Has sobrestimado tus fuerzas, creyendo que podías hacer lo que quisieras con tus instintos sexuales, sin tener para nada en cuenta sus propias tendencias. Los instintos sexuales se han rebelado entonces y han seguido sus propios oscuros caminos para sustraerse al sometimiento, y se han salido con la suya de un modo que no puede serte grato. De cómo lo han logrado y qué caminos han seguido, no has tenido tú la menor noticia; sólo el resultado de tal proceso, el síntoma, que tú sientes como un signo de enfermedad, ha llegado a tu conocimiento. Pero no lo reconoces como una derivación de tus propios instintos rechazados ni sabes que es una satisfacción sustitutivo de los mismos.
            Ahora bien: todo este proceso sólo se hace posible por el hecho de que también en otro punto importantísimo estás en error. Confías en que todo lo que sucede en tu alma llega a tu conocimiento, por cuanto la conciencia se encarga de anunciártelo. Y cuando no has tenido noticia ninguna de algo, crees que no puede existir en tu alma. Llegas incluso a identificar lo «anímico» con lo «consciente»; esto es, con lo que te es conocido, a pesar de la evidencia de que a tu vida psíquica tiene que suceder de continuo mucho más de lo que llega a ser conocido a tu conciencia. Déjate instruir sobre este punto. Lo anímico en ti no coincide con lo que te es consciente; una cosa es que algo sucede en tu alma, y otra que tú llegues a tener conocimiento de ello. Concedemos, sí, que, por lo general, el servicio de información de tu conciencia es suficiente para tus necesidades. Pero no debes acariciar la ilusión de que obtienes noticia de todo lo importante. En algunos casos (por ejemplo, en el de un tal conflicto de los instintos), el servicio de información falla, y tu voluntad no alcanza entonces más allá de tu conocimiento. Pero, además, en todos los casos, las noticias de tu conciencia son incompletas, y muchas veces nada fidedignas, sucediendo también con frecuencia que sólo llegas a tener noticia de los acontecimientos cuando los mismos se han cumplido ya, y en nada puedes modificarlos. ¿Quién puede estimar, aun no estando tú enfermo, todo lo que sucede en tu alma sin que tú recibas noticia de ello o sólo noticias incompletas y falsas? Te conduces como un rey absoluto, que se contenta con la información que le procuran sus altos dignatarios y no desciende jamás hasta el pueblo para oír su voz. Adéntrate en ti, desciende a tus estratos más profundos y aprende a conocerte a ti mismo; sólo entonces podrás llegar a comprender por qué puedes enfermar y, acaso, también a evitar la enfermedad.»
            Así quiso el psicoanálisis aleccionar al yo. Pero sus dos tesis, la de que la vida instintiva de la sexualidad no puede ser totalmente domada en nosotros y la de que los procesos anímicos son en sí inconscientes, y sólo mediante una percepción incompleta y poco fidedigna llegan a ser accesibles al yo y sometidos por él, equivalen a la afirmación de que el yo no es dueño y señor en su propia casa. Y representan el tercer agravio inferido a nuestro amor propio; un agravio psicológico. No es, por tanto, de extrañar que el yo no acoja favorablemente las tesis psicoanalíticas y se niegue tenazmente a darles crédito.
            Sólo una minoría entre los hombres se ha dado clara cuenta de la importancia decisiva que supone para la ciencia y para la vida la hipótesis de la existencia de procesos psíquicos inconscientes. Pero nos apresuraremos a añadir que no ha sido el psicoanálisis el primero en dar este paso. Podemos citar como precursores a renombrados filósofos, ante todo a Schopenhauer, el gran pensador, cuya «voluntad» inconsciente puede equipararse a los instintos anímicos del psicoanálisis, y que atrajo la atención de los hombres con frases de inolvidable penetración sobre la importancia, desconocida aún, de sus impulsos sexuales. Lo que el psicoanálisis ha hecho ha sido no limitarse a afirmar abstractamente las dos tesis, tan ingratas al narcisismo, de la importancia psíquica de la sexualidad y la inconsciencia de la vida anímica, sino que las ha demostrado con su aplicación a un material que a todos nos atañe personalmente y nos fuerza¡ a adoptar una actitud ante estos problemas. Pero precisamente por ello ha atraído sobre sí la repulsa y las resistencias que aluden aún respetuosamente al gran nombre del filósofo.

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