mundo y de la vida, y, como consecuencia de esa concepción, un sentimiento que engendre una actitud íntima y hasta una acción. Pero resulta que ese sentimiento, en vez de ser consecuencia de aquella concepción, es causa de ella. Nuestra filosofía, esto es, nuestro modo de comprender o no comprender el mundo y la vida, brota de nuestro sentimiento respecto a la vida misma. Y ésta, como todo lo afectivo, tiene raíces subconscientes, inconscientes tal vez".
(M. de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida)
"Filosofar es resolverse a hacer que despierte el origen, retroceder hasta el fondo de sí
mismo y ayudarse con una acción interior conforme a las propias fuerzas.
En la vida, lo primero que resulta tangible es la sujeción a los deberes materiales, a la
exigencia de cada día. El papel de la vida filosófica es despertar la conciencia de que el mero trabajar,
el absorberse en los fines, es ya el camino del olvidarse de uno mismo. (...) No olvidar, sino apropiarse
íntimanente; no desviarse, sino trabajar hasta la perfección íntima; no pasar superficialmente, sino
iluminar hasta el fondo, tal es la vida filosófica".
(K. Jaspers, Introducción a la filosofía)
"El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la vida prisionero de los prejuicios
que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se
han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de la razón (...). La
filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que plantea, puesto que,
por lo general, ninguna respuesta precisa puede ser conocida como verdadera, sino más bien por el
valor de los problemas mismos; porque estos problemas amplían nuestra concepción de lo posible,
enriquecen nuestra imaginación intelectual y disminuye la seguridad dogmática que cierra el espíritu a
la investigación; pero, ante todo, porque ante la grandeza del universo que la filosofía contempla, el
espíritu se hace a su vez grande, y llega a ser capaz de la unión con el universo que constituye su
supremo bien"
.
(B. Russell, Los problemas de la filosofía)
"De hecho, en buena medida, el valor de la filosofía debe buscarse en su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio; los objetos habituales no le suscitan problema alguno, y las posibilidades no familiares son rechazadas desdeñosamente. Desde el momento en que empezamos a filosofar, hallamos, por el contrario, (...), que aún los objetos más ordinarios conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas muy incompletas. La filosofía, (...), es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros pensamientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre. Así, el disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que las
cosas son, aumenta en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser; rechaza el dogmatismo algo arrogante de los que no se han introducido jamás en la región de la duda liberadora, y guarda vivaz nuestro sentido de la admiración, presentando los objetos familiares en un aspecto no familiar”.
(Bertrand Russell, Los problemas de la filosofía
.
"Filosofar es resolverse a hacer que
despierte el origen, retroceder hasta el fondo de sí mismo y ayudarse con
una acción interior conforme a las propias fuerzas.
En la vida, lo primero que resulta
tangible es la sujeción a los deberes materiales, a la exigencia de cada
día. El papel de la vida filosófica es despertar la conciencia de que el mero
trabajar, el absorberse en los fines, es ya el camino del olvidarse de uno
mismo. (...) No olvidar, sino apropiarse íntimamente; no desviarse, sino
trabajar hasta la perfección íntima; no pasar superficialmente, sino iluminar hasta el fondo, tal es la vida
filosófica".
“La historia de la filosofía como pensar
metódico tiene sus comienzos hace dos mil quinientos años, pero (como pensar
mítico mucho antes).
Sin embargo,
comienzo no es lo mismo que origen. El comienzo es histórico y acarrea para los
que vienen después un conjunto creciente de supuestos sentados por el trabajo
mental ya efectuado. Origen es, en cambio, la fuente de la que mana en todo el
tiempo el impulso que mueve a filosofar. Únicamente gracias a él resulta
esencial la filosofía actual en cada momento y comprendida la filosofía
anterior.
Platón decía que el asombro es el origen de la filosofía. (…) Y
Aristóteles: “Pues la admiración es lo que impulsa a los hombres a filosofar:
empezando por admirarse de lo que les sorprendía por extraño, avanzaron poco a
poco y se preguntaron por las vicisitudes de la luna y del sol, de los astros y
por el origen del universo”.
El admirarse impele a conocer. En la
admiración cobro conciencia de no saber. Busco el saber, pero el saber mismo,
no “para satisfacer ninguna necesidad común”….
Una vez que he satisfecho mi asombro y
admiración con el conocimiento de lo que existe, pronto se anuncia la duda. A buen seguro que se acumulan los
conocimientos, pero ante el examen crítico no hay nada cierto…
…La duda se vuelve como duda
metódica la fuente del examen crítico de todo conocimiento. De aquí sin una
duda radical, ningún verdadero filosofar. Pero lo decisivo es cómo y dónde se
conquista a través de la duda misma el terreno de la certeza…
… Cerciorémonos de nuestra humana
situación. Estamos siempre en situaciones. Las situaciones cambian, las
ocasiones se suceden. Si éstas no se aprovechan, no vuelven más. Puedo trabajar
por hacer que cambie la situación. Pero hay situaciones por su esencia
permanente, aun cuando se altere su apariencia momentánea y se cubra de un velo
su poder sobrecogedor; ni puedo menos de morir, ni de padecer, ni de luchar,
estoy sometido al acaso, me hundo inevitablemente en la culpa. Estas
situaciones fundamentales de nuestra existencia las llamamos situaciones
límites. Quiere decirse que son situaciones de las que nos podemos salir y
que no podemos alterar. La conciencia de estas situaciones límites es después
del asombro y de la duda el origen, más profundo aún de la filosofía…
… Los tres motivos expuestos hasta aquí resultan subordinados a una
condición, a la comunicación.
Entre los hombres. (…) Una comunicación que no
se limite a hacer de intelecto a intelecto, de espíritu a espíritu, sino que
llegue a hacer de existencia a existencia, tiene sólo por un
simple medio todas las cosas y valores personales. Justificaciones y ataques
son entonces medios, no para lograr poder, sino para acercarse” (…).
(K. Jaspers, Introducción a la
filosofía)
“Conviene destruir el
prejuicio muy difundido de que la filosofía es algo muy difícil por el hecho de
ser la actividad intelectual propia de una determinada categoría de científicos
especializados o filósofos profesionales y sistemáticos. Conviene por tanto
demostrar de entrada que todos los hombres son filósofos, definiendo los límites y los caracteres de esa filosofía espontánea, propia de todo el mundo, a saber de la filosofía
contenida: 1) en el lenguaje mismo, que es un conjunto de nociones y de
conceptos determinados, y no sólo de palabras gramaticalmente vacías de
contenido; 2) en el sentido común y en el buen sentido; 3) en la religión
popular y también, por consiguiente, en todo el sistema de creencias,
supersticiones, opiniones, maneras de ver y de actuar, que asoman en eso que
generalmente se llama folklore. Una
vez demostrado que todos son filósofos, aunque sea a su manera,
inconscientemente, por el hecho de que aun en la más elemental manifestación de
una actividad intelectual cualquiera, el lenguaje,
está contenida una determinada concepción del mundo, se pasa al segundo
momento, el momento de la crítica y de la conciencia, es decir, a la pregunta:¿es
preferible pensar sin tener
conciencia crítica de ello, de manera dispersa y ocasional, esto es, participar
de una concepción del mundo impuesta mecánicamente
por el ambiente externo, o sea, por uno de los tantos grupos sociales a los que uno queda automáticamente integrado
desde el momento de su entrada en el mundo consciente (y que puede ser el
pueblo o la provincia de uno, puede tener su origen en la parroquia o en la actividad intelectual del cura o del
viejo patriarca cuya sabiduría pasa
por ley, en la mujer que ha heredado la sabiduría de las brujas o en el
intelectualillo avinagrado por su propia estolidez o impotencia para actuar), o
es preferible elaborar la propia concepción del mundo, de manera consciente y
crítica, y por ende en función de ese esfuerzo del propio cerebro, escoger la
propia esfera de actividad, participar activamente en la producción de la
historia del mundo, ser guía de uno mismo y no aceptarlo, pasiva e
inadvertidamente, el moldeamiento externo de la propia personalidad?”
“FILOSOFÍA
ESPONTÁNEA” Y “FILOSOFÍA COMO PENSAMIENTO CRITICO”- ANTONIO GRAMSCI.
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