lunes, 27 de agosto de 2012

PERSPECTIVA CULTURAL DE LA MUJER URUGUAYA A FINES DEL SIGLO XIX COMIENZOS DEL XX


LIBRO II- CAP 3- LA SEXUALIDAD NEGADA Y OMNIPRESENTE. LIBRO: “HISTORIA DE LA SENSIBILIDAD URUGUAYA”. JOSÉ PEDRO BARRÁN-

Opresores a partir de 1900- cura, maestro, padre, policía y médico.
CURAS- No podían recibir mujeres en su casa a no ser de parentesco directo. Las confesiones debían hacerse de manera pública y en instituciones iluminadas: “… se declara culpable ante los ojos de Dios a quien mirase a una mujer con pensamiento impuro”. El baile de máscaras fue el que recibió las mayores reprimendas del clero: “los bailes son siempre peligrosos porque dan siempre ocasión a pecado y excitan las pasiones”.
El clero contaba con el auxilio de la represión policial: se prohibían pinturas, carteles públicos, cuadros, esculturas y grabados que fuesen considerados inmorales. Consecuencia de este tipo de exhibiciones eran multas o no de pagarlas, prisión.
Los agentes más eficaces en la represión sexual fueron los médicos. A los hombres que “tuvieran necesidad de estar con una mujer” se les aconsejaba la prostituta inscripta y con libreta médica al día. De todos modos, el consejo iba acompañado de la imposición de miedo como el riesgo de un saldo costoso, enfermedades… En 1925 un médico montevideano aconsejó proporcionar lecciones de higiene sexual “en las escuelas industriales y escuelas nocturnas,  frecuentadas por centenares de obreros adolescentes”.
CITA TEXTUAL DEL AUTOR: “El cura por medio de la amenaza del castigo divino, los padres por medio de su amor y su autoridad, el maestro por la razón, el médico por terror ante las enfermedades venéreas, el policía por la vigilancia y la prisión, todos ellos contribuyeron a la conversión de la culpa y el pudor ante la sexualidad, en sentimientos permanentes del uruguayo “civilizado” del Novecientos. Posiblemente esos sentimientos sean connaturales en el hombre, pero esta cultura los sobredimensionó y convirtió en valor apreciado. “
Separación de los sexos: “En la calle, las mujeres solteras y con frecuencia las casadas en ausencia de sus maridos, no salían solas de tardecita o de noche, sino acompañadas por algún pariente.” Sus amigos varones se cuidaban de no cruzar palabras con ellas para evitar comprometerlas públicamente. También se dividían en reuniones sociales. Los hombres en clubes, cafés, para conversar sobre política, literatura. Las mujeres solo en chalets, hogares de barrios privilegiados a la hora del té y era considerado vergonzoso que un hombre entrase en esa instancia. En la playa también si dividían sectores de mar para cada sexo.
“La sexualidad fue ocultada por el lenguaje hablado y escrito porque se creyó que así se la anularía como fuerza, aunque la propia necesidad de la anulación demostraba qué inmenso poder se le confería.” Este poder afectaba a los llamados bárbaros pero también a los poderosos. No se podían mencionar las funciones del “bajo vientre”, consideradas repugnantes. La palabra “baño” era sustituida por “licencia” en las escuelas.
La vivencia de la sexualidad como culpabilidad, alimentaba la imaginación de manera perversa e ingenua a su vez.
Como consecuencia de la separación de los sexos, se da el enfrentamiento entre éstos, quedando la mujer dominada por padre, hermano y esposo. Se la identificaba con el lujo y el despilfarro. Se consideraba diabólica porque podría descifrar todos los secretos de su dominador “marido”: riquezas, pensamiento…” Una tentación peligrosa, con riesgo de desvelar la virilidad masculina. Mujer ángel por su debilidad, docilidad y obediencia; demonio por conducir al deseo hasta en una mirada a los ojos que se aconsejaba no ejercer…

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